Tras la finalización de una relación sentimental que ha sido intensa, ya sea porque ha durado mucho tiempo o porque se han compartido muchos sentimientos, proyectos e
ilusiones, es frecuente y natural que surjan problemas de adaptación a la nueva situación sentimental y personal.
Una persona que acaba de romper una relación sentimental puede sentirse triste, abatida, con sentimientos de culpabilidad o de sentirse traicionado, puede tener dificultades
para quitarse de la cabeza ideas sobre la ex-pareja, sobre las últimas conversaciones o discusiones, sobre lo que se dijo o no se dijo, sobre lo que se hizo o no se hizo, etc.
Junto a ello puede aparecer también:
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dificultades para dormir
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desesperanza, no creer en un futuro distinto y mejor
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sentimientos de soledad
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alteraciones del apetito
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etc.
Ante esta situación es importante apoyarse en familiares y amigos, evitar caer en conductas perjudicales para la persona (dejar de ser una persona activa, abandonar el
trabajo, comer más y/o mal por ansiedad, aislarse socialmente, recurrir al alcohol u otras drogas para olvidar, desconectarse o sentirse menos mal, mantener relaciones personales de riesgo,
etc.)
Si las dificultades tras la ruptura se mantienen demasiado en el tiempo, son muy frecuentes o intensas, o se complican con otros problemas más graves (sensaciones o
pensamientos que se escapan del control personal), es importante darse cuenta que tal vez se necesite la ayuda de un profesional y buscarla lo más pronto posible.
Mientras antes se intervenga sobre las dificultades por las que se está pasando, más rápidos y mejores resultados se pueden obtener.
En ocasiones una persona puede tener pensamientos y sensaciones de que su pareja le puede o le podría estar engañando, de que tontea con otras personas, que no le
quiere por estar interesada en otro u otra, etc. Muchas veces no son más que sospechas pero que a su protagonista le generan mucho malestar y preocupación. Es más, una parte de él puede estar
convencido de que no son verdad pero no se las puede quitar de la cabeza ni sentirlo de una manera diferente.
En estas situaciones es muy probable que se trate de un problema de celos irracionales, los cuales deberían ser tratados adecuadamente ya que de lo
contrario pueden deteriorar y acabar con una relación de pareja.
Hay personas celosas que lo son pero que les gustaría no serlo, les gustaría confiar plenamente en su pareja, no tener ideas extrañas en su cabeza, ni hacer
suposiciones, ni sentirse engañados, etc. pero desafortunadamente no pueden evitarlo a pesar de su continua lucha para eliminarlos.
Tal vez en el pasado sufrieron un engaño real que los dejó marcados, o recuerdan infidelidades que cometieron sus amigos, padres o conocidos y no quieren que eso les
pase a ellos, o han escuchado historias sobre relaciones de pareja que les han afectado de alguna forma o cualquier otro motivo.
Lo cierto es que esta situación genera malestar y sufrimiento tanto a quien padece esos celos, como a su pareja y tal vez al resto de su
entorno (familia, amigos, compañeros de trabajo, vecinos, etc.)
Darse cuenta que uno tiene ese tipo de pensamientos y sensaciones y que le están generando problemas puede ser el primer paso para pedir ayuda
y resolverlos.
Si estás en un momento de tu vida en el que a pesar de luchar contra tus celos no los puedes superar y sufres por ello, tal vez sea el momento de
buscar ayuda profesional.